viernes, 20 de marzo de 2009

Los defectos de los santos.


Algunos libros de vidas de santos han omitido las debilidades de sus protagonistas, probablemente porque temían que nos escandalizáramos al saber que fueron hombres y mujeres como nosotros. Pero precisamente es bueno comprobar que los que están en los altares no son de cera, ni de yeso, ni de plástico, sino, como todos los mortales, de carne y hueso, sufren dolores y tienen sus agobios; son personas comunes que tienen que tomar medicamentos o duermen mal o se distraen en la oración.


En la vida de las almas santas hay algunas veces cosas extraordinarias, acontecimientos sobrenaturales, intervenciones claras de Dios. Pero no son éstas las que los llevaron a ser santos, pues las acciones no eran de ellos, sino de Dios. Lo que los hizo santos fue la generosidad en la correspondencia al amor de Dios en su vida ordinaria, en todos los días, los meses, los años en los que no hubo cosas extraordinarias.


(...) Estos son los santos de hoy, los que van en el metro, rezan a la Virgen, trabajan en el campo, escriben a máquina, descansan el fin de semana y vuelven todos los lunes al mismo trabajo, preocupándose sólo de hacer extraordinariamente bien aquello que les ha tocado hacer.


Jesús Urteaga Loidi

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